Quisiera comenzar la reflexión manifestando que ninguna medida aislada puede dar un buen resultado a largo plazo, deben ser
una suma coherente de actuaciones y estructuras que afronten la realidad
de los centros globalmente. Desarrollar una convivencia adecuada en nuestros centros
no puede ser algo puntual, sino el resultado de una labor diaria de toda la comunidad
educativa y en todos los ámbitos del centro.
Para afrontar problemas de convivencia es indispensable entender el centro en su
globalidad y fomentar que toda la comunidad trabaje en la misma dirección.
Se necesita, no solamente la colaboración sino también la implicación de todos,
tanto profesores como alumnos y padres, sin olvidar a la Administración, que debe
procurar aquellos recursos en materiales, en espacios y en tiempos necesarias para
afrontarlo.
Sin embargo, la realidad de nuestros centros, no favorecen en muchos casos la
convivencia dentro de ellos. Esto puede ocurrir por la excesiva atomización curricular, una organización
disciplinar de la actuación del profesorado como equipo, una tendencia hacia las
medidas de carácter sancionador para solucionar los problemas, un alto grado de
jerarquización, poca implicación entre el profesorado, un rechazo a la participación de
las familias, ausencia de participación del alumnado, son una realidad enmarcada en la mayoría de los centros.
Si pensamos en estructuras que permitan la participación, el consenso, la
mediación, etc. y desarrollamos contextos en los que pueden participar de una forma
activa profesores, padres y alumnos, favoreceremos un clima que actuará como un
modelo preventivo. Un enfoque sancionador o punitivo no lleva más que a una espiral
de violencia con resultados negativos.
Es necesario asumir el reto de una organización de los centros que favorezca y
potencie los valores de respeto, de participación, de cooperación, y de solidaridad, ya
que el alumnado va a interiorizar esencialmente lo que vive, no lo que se le dice.
Las normas de convivencia tienen como fin que la comunidad educativa funcione
mejor. Consiga los objetivos propuestos para organizar y regular todas las actuaciones
de los miembros de la Comunidad Educativa. Sin embargo no basta con esta para
alcanzar una educación integral para nuestros alumnos y alumnas.
En resumen siempre hemos de
tener presente el viejo proverbio africano que ya he mencionado en otras ocasiones, “para educar a un niño hace falta la tribu
entera”.
Infografía dificultades y oportunidades